martes, 29 de enero de 2013

Martes, 29 de enero. El Segundo Día en Eslovaquia.

Bueno, bueno, bueno. Creo que el martes era el día más lleno que teníamos, hicimos muchísimas actividades. El segundo día empezó madrugando (básicamente como todos los demás) y para mí no fue una buena noticia despertarme a las 7 de la mañana, ya que el día anterior me fui a la cama bastante tarde, aunque es normal ya que mis anfitriones querían pasar tiempo conmigo y hablar sobre diferente temas.



Yo no vivía en Ninza, sino en otro pueblo: Tvrodisin, que no se encontraba muy lejos. Siempre iba al instituto en coche, ya que me acogía una de las profesoras de inglés del centro. Al llegar, lo primero que hicimos eran contarnos con mucho entusiasmo como había ido nuestra primera cena en la casa de nuestro anfitriones.
Nos reunimos todos los participantes de Comenius en una sala grande con un proyector y muchas sillas. Se presentaron todos los profesores (más bien las profesoras) y el director nos dio la bienvenida en eslovaco (traducido por una profesora, ¿eh? En una tarde no conseguimos aprendernos el idioma). A mí, sinceramente, me pareció que el director estaba algo nervioso, ya que en todo largo discurso no se movió ni una sola vez. Extraño, ¿no?
Como suele pasar, después de eso hicimos diferentes juegos para conocernos mejor. Hicimos un corro e íbamos diciendo nuestro nombre y el de la derecha acompañado con un ritmo de palmas. Después nos pidieron hacer un cartel con cinco partes: algo que nos representa, algo que nos gusta, algo que no, una pequeña frase que nos identifique y por último lo que esperamos de la visita. Os dejo una foto para que veáis nuestro proyecto en proceso.
Todo esto interrumpido por muchos coffe breaks, que sin duda se convirtió para nosotros en una rutina. El primer día no sabíamos muy bien que el café y las galletitas nos acompañarían en todo el viaje.

Después de estas actividades teníamos una excursión en Zilina (capital de la provincia). Cuando nos subimos al autobús nos repartieron tres bocadillos, un batido y una chocolatina (debo decir que la chocolatina estaba deliciosa; Ana y yo solo comimos eso de todo lo que nos dieron). No me acuerdo muy bien como transcurrió el viaje hacia la ciudad, pero supongo que fue rápido. En Zilina lo primero que íbamos a hacer era visitar el castillo de Orava. Sin embargo, no todo es tan fácil como parece: para llegar al castillo había que subir una cuesta llena de nieve e hielo. Al principio no hubo dificultades, pero más arriba había hielo y debías tener cuidado si no querías salir rodando cuesta abajo.
 Estuvimos esperando un rato a que se abrieran las puertas del castillo (aunque nosotros aprovechamos ese rato muy bien: no parábamos de hacernos fotos; de hecho, creo que los españoles eramos lo que más fotos nos hacíamos).
Debo decir que la visita por el castillo se volvió agotadora, ya que no parábamos subir escaleras, pero vimos muchas cosas interesantes. Se representaba la vida en los castillos de las épocas pasadas y tenían todo muy bien decorado.
Desde lo más alto había unas vistas preciosas de todo el paisaje que estaba cubierto por la nieve y era algo extraordinario. En la última planta se encontraba un museo en el que se exponían los trajes tradicionales de Eslovaquia y otros objetos de épocas anteriores. Bajar las escaleras era todo un reto, ya que las escaleras eran pequeñitas y además resbalaban. Sin embargo, nos lo pasamos muy bien e hicimos muchas fotos (¿cómo no?).
Luego teníamos el esperado tiempo libre en Zilina. Nos dejaron en una plaza cerca de un centro comercial y teníamos cuatro horas para nosotros. Lo primero que hicimos era ir a comer, ya que no nos habíamos acostumbrado todavía a la comida de allí y pasábamos algo de hambre. Nos paseamos por el centro comercial y terminamos sentados comiendo gominolas (que estaban igual de ricas que las chocolatinas) y bebiendo zumo. Más tarde, Jorge nos propuso hacer una guerra con las bolas de nieve en una plaza cerca del centro comercial y fuimos todos corriendo. Nos lo pasamos muy bien, pero acabamos todos mojados enteritos, ya que además nos revolcábamos en la nieve. Me sorprende que no me resfriara.
Allí acabó nuestra visita a Zilina, pero no las actividades del día. Al llegar a Ninza otra vez teníamos una velada eslovaca en el instituto. Subimos a la cafetería/salón de actos (era algo raro) y un chico vestidos con el traje tradicional eslovaco nos acompañó a una mesa. Empezamos haciendo un cuestionario sobre diferentes palabras eslovacas y nosotros nos quedamos especialmente con una: "prst" que significa dedo. Nos pareció muy curiosa, ya que eran cuatro consonantes seguidas. Y allí, empezó el concierto. Sin duda, los eslovacos son muy talentosos, había de todo: cantaban, tocaban diferentes instrumentos, hacían pantomimas (para mí fueron las más graciosas y divertidas), malabares y el baile tradicional eslovaco seguido por un juego. El juego se basaba en que los cinco chicos y las cinco chicas cogían a diferentes personas de la sala y los sacaban a bailar (a mí me tocó), pero había una persona que no tenía pareja y debía bailar con una escoba (que significaba como humillación); entonces, cuando la música paraba teníamos que cambiar rápidamente de pareja para no quedar solos y tener que bailar con la escoba (un dato de que debo añadir: no bailé con la escoba ni una vez).
Ahora sí que termina nuestro gran martes en Eslovaquia. Después de esto, todos nos fuimos a casa para cenar con las familias que nos acogían y dormir, ya que al día siguiente debíamos madrugar, otra vez.

Anastasia Altukhova

No hay comentarios:

Publicar un comentario